24 de mayo de 2014

A Room of One's Own


Me gustan las librerías y pasar el tiempo en ellas, entrar intentando recordar ese libro que dos días antes dije que tenía que leer y acordarme de cuál era justo cuando ya tengo otros dos en las manos y sólo puedo llevarme uno, que seguramente terminará siendo otro distinto a esos tres. El problema viene, entonces, cuando no tengo tanto tiempo para ir y, entre página de apuntes y diapositiva de Power Point, me vienen títulos a la cabeza que no tardo en buscar en cualquier tienda online, con la excusa de saber dónde está más barata la edición que más me gusta. Y es una excusa porque yo sé desde el principio que voy a caer en la tentación de comprarlo, que me van a convencer con cualquier descuento que digan hacer si lo pido en ese momento o con su juramento de que, si lo compro ya, al día siguiente lo tengo en mi puerta (¡y con envío gratis!). Más o menos así es la historia de cómo ha acabado Una habitación propia en mis manos, pero prometo que en 132 páginas me pongo a estudiar, de verdad.