28 de marzo de 2014

Viernes


Una mañana bonita es una mañana de viernes poniéndote al día con las series que sigues, comiendo la tarta de limón que hiciste la tarde anterior y leyendo De noche justo antes de los bosques tumbada en un sofá azul en un salón verde. 

Reivindiquemos las mañanas bonitas. 

26 de marzo de 2014

Adrienne Rich y el feminismo que nos queda

Lo único que se me ocurre para empezar a hablar de Adrienne Rich es decir que qué rabia haberla conocido tan tarde. No consigo entender por qué, si he pasado tanto tiempo con feministas recomendándome una y otra vez a un gran número de autoras, en ninguna conversación ha aparecido nunca el nombre de Adrienne Rich. Pero me alegro de haberme encontrado finalmente con ella. Y quizá sea bueno que lo haya hecho ahora, quizá si lo hubiera hecho hace un par de años sus poemas no me habrían gustado tanto como lo han hecho ahora, no los habría comprendido igual y quizá no estaría en este momento escribiendo sobre ella. Tal vez sea uno de esos casos en los que algo llega a tu vida justo en el momento apropiado para quedarse, una de esas cosas que te tiene que descubrir a ti en lugar de descubrirlas tú a ellas. 

Lo primero que supe de Adrienne Rich fue que tenía un poema titulado Pierrot le Fou, y una autora que pone el nombre de una de las películas que más me gustan a una de sus obras es una autora destinada a gustarme. Y en realidad lo ha hecho es darme rabia, otra vez. Rabia porque, vale, sí, es cierto que todavía sólo he podido leer un par de poemas más aparte de los propuestos para clase (estoy en ello), pero me ha dado muchísima rabia ver que todavía seguimos teniendo que luchar por muchas de las cosas que Rich plantea en sus poemas. Lo «normal» sigue siendo que las familias estén formadas por madre, padre e hijos, y a la mayoría de la gente le da igual si los padres están divorciados, si viven cada uno en una punta del mundo o si están juntos pero en realidad se odian el uno al otro, pero cuidado como sean los dos del mismo sexo. Se sigue esperando de las mujeres que llegue un momento en nuestras vidas en que nos casemos –si no lo hacemos, es que debemos de tener algún problema– y tengamos hijos y nos ocupemos de ellos como las madres que somos por naturaleza –si no lo hacemos, es que debemos de tener algún problema. Se nos critica a las mujeres por quedarnos embarazadas demasiado pronto, por hacerlo demasiado tarde, por interrumpir el embarazo porque es acabar con una vida y por no interrumpirlo porque es acabar con nuestra carrera; se nos critica por querer tener sexo y por no querer tenerlo. Sigue habiendo violencia machista, sigue habiendo hombres que creen que nos gusta que desconocidos nos griten cualquier guarrada en medio de la calle y sigue habiendo violaciones en las que se culpará a la víctima por llevar minifalda, escote o simplemente por estar fuera de casa a las cuatro de la madrugada. Sigue habiendo gente que piensa que no somos nada sin un hombre y la lleva habiendo demasiado tiempo como para que estemos en el año 2014 y tengamos que seguir quejándonos, sin conseguir nada, de lo mismo.

Pero confío en que algún día se eduque a los niños y niñas en la verdadera igualdad y podamos pasar página. Confío en que siga habiendo mujeres como Adrienne Rich. 

2 de marzo de 2014

Her


Me recuerdo a mí misma añadiendo Her a mi lista de «Próximos estrenos: éstas no me las pierdo» en FilmAffinity, cuando todavía no tenía cartel y solamente era el siguiente proyecto de Spike Jonze, en el que contaría con Joaquin Phoenix y se estrenaría en 2013. 

Según iba apareciendo más información sobre Her, más ganas tenía yo de verla. Y hace unos días por fin lo hice. Yo sabía que iba con las expectativas muy altas, pero pensaba que era imposible que me decepcionara. Pero lo hizo. O, mejor dicho, no me gustó todo lo que quería que me gustara. Más o menos pasada la primera mitad de la película, me sorprendí a mí misma deseando que se acabara ya, y no porque se me estuviera haciendo insoportable ni nada de eso, de hecho la estaba disfrutando bastante, sino porque había tomado un camino que, a mi parecer, sólo dejaba dos opciones para el final: o malo o muy malo. 

Para poner en situación a aquellos que no tengan ni idea de qué va la película: Her nos cuenta la historia de Theodore, un hombre solitario que está en proceso de divorciarse y que termina enamorándose de Samantha, un modernísimo sistema operativo con voz. Evidentemente, Samantha también se enamora de él, y es aquí donde aparecen los problemas. Su relación no hacía más que avanzar y yo temía que en cualquier momento una mujer de carne y hueso llamara a la puerta de Theodore, diciendo ser Samantha y que los dos vivieran felices y comieran perdices como una pareja normal. Eso, o que Theodore volviera mágicamente con su exmujer, opción que me parecía mucho más plausible pero igualmente terrible. Afortunadamente, nada de esto ocurre, pero el final no deja de ser precipitado y sin ninguna explicación de cómo ni por qué ha pasado lo que ha pasado, que indudablemente tiene que tener alguna razón. Y esa razón sería la que convertiría el final en convincente. 

Por lo demás, no puedo decir que Her no me haya emocionado, aunque sí que en algún momento me rechinaron los dientes con diálogos demasiado artificiosos o incluso alguno que parecía sacado de una lista de tópicos de las comedias románticas. Por otra parte, tengo que destacar la cuidadísima fotografía de la película y el uso de unos colores suaves, con destacados tonos rojizos, que, junto a la maravillosa banda sonora, ayudan a construir la atmósfera de la película.