Por una razón o por otra (o, mejor dicho, por un libro o por otro), estas últimas semanas las he pasado de biblioteca en biblioteca. Eso me ha hecho volver a pensar en que mi profesión ideal sería la de bibliotecaria, algo que ya rondó por mi cabeza hace años y que poco a poco fui olvidando al descubrir otras carreras que me interesaban más y se unió a la larga lista de cosas que he querido ser alguna vez. Además, hace unos días leía Glaciares, de Alexis M. Smith, un libro que llevaba en mi estantería desde Navidad y al que tenía muchas ganas. El caso es que la protagonista de este libro trabaja en una biblioteca restaurando libros que ella llama «heridos», libros dañados por el paso del tiempo y el uso. Así he llegado a dos conclusiones:
1. Quiero trabajar en una biblioteca.
2. Quiero que la biblioteca esté en Portland (donde vive la protagonista de Glaciares y lugar que quiero visitar desde que vi unas fotos de los paisajes de los alrededores y que me hicieron enamorarme).
2. Quiero que la biblioteca esté en Portland (donde vive la protagonista de Glaciares y lugar que quiero visitar desde que vi unas fotos de los paisajes de los alrededores y que me hicieron enamorarme).
Añado eso, entonces, a las vidas que me gustaría vivir. Estaría bien que uno pudiera clonarse a sí mismo y poder ser todas las cosas que quiere ser, estar a la vez en dos sitios distintos llevando dos vidas completamente distintas, ya que lo que más me entristece de esta es, precisamente, no poder hacerlo. Pero supongo que mientras la ciencia no avance a este respecto, me tocará refugiarme en personajes.