Me daba miedo volver. Primero, porque temía que a él no le gustara, que no entendiera mi amor hacia la ciudad y que yo no fuera capaz de explicárselo. Me daba miedo estropearlo todo. Segundo, porque en mi mente existía la posibilidad de que, igual que había sentido al volver a Madrid, todo hubiera sido un sueño. Que las calles, las comidas, los cafés, los lugares, todo, hubieran mantenido una imagen completamente distinta a la realidad de mi cabeza / corazón.
No ha sido así. Ha sido un viaje maravilloso. Todo tenía el mismo color, el mismo olor que yo recordaba. He caminado por las mismas calles que hace dos años, he cogido los mismos autobuses, he comprado en los mismos sitios.
Me he sentido en casa por primera vez en mucho tiempo.