28 de septiembre de 2015


No me importa la falta de luz y lo rápido que se hace de noche porque puedo estar mirando la luna llena desde mi habitación a las cinco y diecinueve de la tarde. Parece una tontería, y probablemente lo es, pero creo que este es el momento más bonito que he vivido en Suecia, y quizá también en cualquier otra parte. Yo, la luz de una lámpara de mesa, Moksha de Caspian sonando, un libro de poemas y la luna llena ahí, en la ventana, rodeada de oscuridad y nada más. No quiero dejarlo escapar, no quiero que termine nunca, quiero congelarlo y vivir para siempre en él, que no cambie nunca lo que siento ahora mismo. Estas cinco y diecinueve son la definición de felicidad, y no sé si cuando avance el reloj lo seguirán siendo, no sé si quiero arriesgarme a saberlo. 

Suecia - 4.01.15

22 de septiembre de 2015

Llevo un tiempo queriendo escribir sobre la tristeza. Sobre el nudo en la garganta, sobre las ganas de llorar a todas horas, pero me he dado cuenta de que realmente no sé muy bien qué decir. Que está ahí. Que a veces no me deja dormir al mismo tiempo que no me deja salir de la cama. Que me hace querer que acabe todo pero que también empiece o que al menos vuelva al principio, a como estaba todo antes. No sé muy bien a qué me refiero con «todo» ni con «antes». Me refiero, supongo a algo que en algún momento tiene alguna gente. Lo que sea que les haga tragar el nudo, secarse las lágrimas, esperar el metro en el andén sin pensar en otra cosa que no sea cogerlo cuando llegue. No sé, eso.